Ascenso social: el 60% de los brasileños ya es de clase media
Gracias a la mejora en ingresos y acceso al crédito, el sector se amplió en la última década. Son 100 millones de personas. La cantidad de ...
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Gracias a la mejora en ingresos y acceso al crédito, el
sector se amplió en la última década. Son 100 millones de personas. La cantidad
de gente en las franjas más altas también creció. Igual, aún hay 24 millones
entre pobres y pobres absolutos.
Por Eleonora Gosman
San Pablo. Corresponsal -
Más de 10 millones de brasileños salieron de la pobreza
extrema en la última década. De modo tal que, por primera vez en la historia de
este país todavía muy desigual, la clase social más baja calificada con la
letra E representa menos del 1% de los 49 millones de hogares. La drástica
reducción de los sectores marginados del consumo explica que Brasil pueda
considerarse ya como una nación con predominio de las clases medias. Uno de
cada seis brasileños pertenece hoy a esa franja.
Que ese número de personas pase a la categoría de ciudadano
consumidor, documentado y con domicilio fijo, no quita que todavía este gigante
sudamericano sea el segundo país más desigual dentro del abigarrado conjunto
que integra el G20 (al que pertenece Argentina). En ese grupo de naciones con
voz en un foro que intenta planificar el futuro del mundo, sólo hay uno que
muestra peores estadísticas sociales: Sudáfrica. Así lo confirma Oxfam, uma ONG
británica dedicada al combate de la pobreza en 92 países.
Estudios realizados por dos consultoras brasileñas en base a
ingresos, nivel de educación y consumo, publicados ayer por el diario Estado de
Sao Paulo , indican que 404.900 hogares permanecen en la clase E. Esto es
apenas 0,8% del total de los hogares. Según Marcos Pazzini de IPC Marketing,
una de las empresas que investigó el tema en base a datos del Instituto
Brasileño de Geografía y Estadísticas (IBGE), en 1998 un 13% de las familias
brasileñas estaban en situación de pobreza absoluta . “Aunque no es posible
afirmar que se acabaron los pobres, sí podemos decir que su número disminuyó
significativamente y que la condición social de los que dejaron la clase E
mejoró en forma notoria a partir del acceso a diversos bienes de consumo, como
electrónicos, computadoras y celulares, que antes no estaban a su alcance”,
sostuvo. Los resultados fueron confirmados por mediciones de la nueva realidad
socio económica brasileña realizada por Renato Meirelles de Data Popular.
La filósofa e historiadora brasileña Marilena Chauí,
profesora en la Universidad de San Pablo, ya había anticipado las “profundas
modificaciones en la composición de la sociedad brasileña”. En ese proceso,
indicó, “las clases D y E disminuyeron dramáticamente: pasaron de 96 millones
en 2003 a 63 millones en 2011”. En forma paralela “las clases A y B, que están
en el tope de la pirámide, prácticamente se duplicaron: hoy incluyen un
conglomerado de 22,5 millones de personas”. Pero el dato “más espectacular”,
según Chauí, es la llamada clase C: “Esta pasó de 66 millones a 100 millones de
personas”.
Una de las consultoras que estudió el tema, IPC-Maps, sostuvo
que la clase C que representaba 31% de la población en 1998, ahora engloba a
49,3% de los habitantes. Para la encuestadora Datafolha (una de las grandes en
este país), “6 de cada 10” ciudadanos brasileños mayores de 16 años pertenecen
hoy a la clase media.
Pero como bien marca esa firma, las capas medias distan de
ser homogéneas. En su interior conviven diferencias en el nivel de ingresos, la
educación y la posesión de bienes.
Sin embargo, aún hay 15 millones de pobres y 9 millones en
pobreza extrema.
Las transformaciones sociales de Brasil, con aumentos en los
niveles de ingreso vía políticas sociales, se tradujo en un mayor acceso al
crédito.
De hecho, según un informe del Instituto de Investigación de
Economía Aplicada (IPEA), en apenas cinco años casi se cuadruplicó el acceso de
los ciudadanos a los bancos.
En 2005 solo 16% de los habitantes tenían cuenta. Hoy los
bancos prestan servicios a 60% de los ciudadanos.
El fenómeno se notó, en 2011, en la distribución social de
pasajeros que realizaron viajes por avión.
Fueron más de 6 millones pertenecientes a los tres sectores
de clase media (baja, intermedia y alta) frente a 3,5 millones de viajeros de
clase alta. Esto llevó a un cambio no sólo en el flujo turístico dentro del
país, sino también en los circuitos del exterior.
Familias como la de Marcos Andrade, con padres bancarios
todavía en actividad, pudieron realizar el año pasado un sueño: visitar Madrid,
Londres y Roma.
Este hogar es uno de aquellos casos que ilustran las grandes
mudanzas. Las cabezas hogareñas son asalariadas pero pudieron acceder al pago
en cuotas, que de acuerdo a sus remuneraciones podrán saldar sin dificultades.