Obispado explica motivos de la Visita Apostólica en CDE
A través su sitio wed ( http://diocesiscde.info/) , la Diócesis de Ciudad del Este, explica los motivos de la Visita Apostólica. El conten...
https://fronteracde.blogspot.com/2014/07/obispado-explica-motivos-de-la-visita.html
A través su sitio wed (http://diocesiscde.info/), la Diócesis de Ciudad del Este, explica los motivos de la Visita Apostólica. El contenido es el siguiente:
Oficialmente, el Nuncio Apostólico en Paraguay avisó en conferencia de prensa el 2 de julio de 2014 que la Diócesis de Ciudad del Este recibiría una inminente Visita Apostólica «a fin de ofrecerle una asistencia para el bien de aquella Iglesia particular».
Oficiosamente, los medios de prensa dijeron que se trataba de una verdadera «intervención a la Diócesis», es decir, de un proceso que culminaría, o con la renuncia, o con la destitución de nuestro Obispo y el stop a la obra que viene concretando.
Presentamos ahora un resumen explicativo que enmarca los hitos de esta coyuntura con sus hechos y documentos probatorios. Lo hacemos en el estilo llano y directo del Pueblo de Dios, y con la honestidad y transparencia a la que nos tiene habituados Mons. Rogelio.
El Obispo paraguayo más famoso, sin duda, es el «padre-Obispo» Fernando Lugo, ex-Presidente de la República. Asumió como Presidente en agosto de 2008, luego de haber sido dispensado de sus obligaciones como consagrado y volver al estado laical. Fue destituido en 2012, tras un juicio político en el Congreso.
Lugo y la minúscula pero inteligente izquierda del país jamás habrían llegado al poder, derrotando al Partido Colorado, sin una alianza con la primera minoría, el Partido Liberal, y el apoyo masivo (expreso o tácito) de la Iglesia jerárquica. Desde hace décadas, en Paraguay han sido sistemáticamente designados como Obispos sólo candidatos de cierta tendencia anti-Partido Colorado y, además, embebidos en una formación difusa en los derivados ideológicos de la Teología de la Liberación.
Como toda regla, tuvo su excepción: Mons. Livieres alzó la voz (muy públicamente) para oponerse a la candidatura de Lugo, quedando así como el único defensor de la postura del Vaticano. Las críticas que señaló fueron de dos tipos. Por una parte, se opuso a la confusión fundamentalista entre religión y política causante de que Lugo y tantos otros consagrados abandonaran sus compromisos evangélicos para «meterse en política». Por otra, advirtió sobre la irresponsabilidad moral y administrativa del candidato, encubierta por tantos eclesiásticos y religiosos, pues «todos sabían».
- Opinión de Mons. Rogelio respecto de Fernando Lugo. [Entrevista]
- Obispos piden a Lugo renunciar para evitar violencia.
- Mons. Livieres había manifestado en varios momentos su postura con relación a Fernando Lugo cuando éste aún era Obispo de San Pedro.
La polémica en torno a Lugo no fue la primera ocasión en que Mons. Livieres revolvió elObispero. La acusación de que «rompía con la comunión eclesial» comenzó antes incluso de que pusiera un pie en la Diócesis y, por lo tanto, de que pudiera «meter la pata». Efectivamente, la Conferencia Episcopal escribió a san Juan Pablo II expresando su vivo desacuerdo con el nombramiento del nuevo hermano que ni siquiera había estado en la terna de los candidatos, siendo «impuesto» por Roma. Algunos líderes laicos también se hicieron eco de estas protestas. La Santa Sede no cedió. Y después, contra viento y marea, como la barca del Evangelio, sostuvo al nuevo Obispo en su gestión.
Pero la Conferencia Episcopal no olía tan mal. Definitivamente, Mons. Livieres, del Opus Dei, representaba una orientación eclesial distinta al férreo modelo dominante. En honor a la verdad, hay que reconocer que él nunca pretendió imponer sus lineamientos pastorales a los otros Obispos. No tomó una actitud de contraposición sino de complementariedad enriquecedora de la Iglesia. (Con frecuencia, se confunde a la unidad en la fe y el amor, la auténtica «comunión eclesial», con uniformidad impuesta.)
Un momento particularmente difícil para la convivencia episcopal se produjo con la filtración deuna carta confidencial y personal que Mons. Rogelio entregara en manos del Papa Benedicto XVI, a pedido de Su Santidad, durante la visita ad limina. Como ocurriera después con
el «Vatileaks», fue filtrada a la prensa desde el mismo Vaticano (¿por algunos de los agentes que buscaron hacerle daño al Papa emérito?). La carta insistía sobre la necesidad, si se quiere de veras superar la crisis de la Iglesia, de elegir a los futuros Obispos entre los mejores candidatos desde el punto de vista de la vida de la fe y la idoneidad litúrgica, sapiencial y de gobierno; y no entre aquellos «aceptados por todos» para mantener el statu quo.
El Obispo de Ciudad del Este, digno hijo de su padre exiliado seis veces por el gobierno militar de Stroessner, resultó ser un infatigable peleador por su libertad religiosa y la de sus fieles.
Algunas noticias de la "comunión eclesial" vivida por nuestra diócesis:
- Mons. Rogelio Livieres participa de la 193 ª Asamblea Plenaria Ordinaria de la CEP.
- Mons. Rogelio Livieres asistirá a la toma de posesión del nuevo Obispo Castrense.
- La Pastoral Social se une para ayudar a los más necesitados del Chaco.
- Mons. Rogelio Livieres recibió la visita de los miembros de la Pastoral Familiar Nacional.
- Mons. Livieres participa de la Asamblea Plenaria Extraordinaria de la CEP.
- Diócesis de Ciudad del Este será la sede de la XIV asamblea nacional de la Pastoral Familiar.
- Mons. Rogelio Livieres participa de la primera Asamblea Plenaria Ordinaria de la CEP.
- Miembros de la Vicaría para Catequesis de nuestra Diócesis participaron de la Reunión de Coordinación Nacional.
- Mons. Rogelio Livieres participa del retiro de los Obispos del Paraguay.
- Sacerdote de nuestra Diócesis, especialista en Sagrada Liturgia participó del 1er. Encuentro Nacional de Liturgia.
- Mons. Livieres participa de la última reunión del año de la CEP.
- Mons. Rogelio Livieres participará de la primera reunión de la Conferencia Episcopal Paraguaya.
Los desencuentros se dieron también con la Conferencia de Religiosos del Paraguay. No se debieron a una incomprensión de la vida religiosa, que claramente ha fomentado Mons. Rogelio en su Diócesis, sino más bien a la profunda crisis de identidad y disciplina que sufren muchas comunidades, especialmente de origen o formación europea.
Buena parte de los religiosos a nivel nacional se identificaron con la actuación de Lugo. Además, cuando se produjeron casos de agudas crisis sociales, como fue la masacre de Curuguaty en esta Diócesis, puntapié que precipitó la caída política del ex-Obispo, emitieron pronunciamientos y asumieron posturas en cierta disonancia con la fe. Citando al derecho canónico, Livieres prohibió so pena de sanciones la instrumentalización política o ideológica de la pastoral social. También objetó una falsa «pastoral indígena» que, en contraposición a los santos misioneros de tantos siglos, quiere impedir el derecho de los nativos a que se les predique la Buena Nueva del Evangelio.
Los numerosos sacerdotes, seminaristas, religiosos y laicos que el Obispo sí ha movilizado durante crisis sociales y catástrofes naturales han intervenido con energía, pero siempre desde lo estrictamente espiritual y humanitario. El principio seguido ha sido sencillo: «a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César».
Notas sobre la masacre de Curuguaty.
- Carta abierta del Obispo de Ciudad del Este con motivo de los graves actos ocurridos en Curuguaty.
- Misión Pastoral en Curuguaty: “Estamos llegando casa por casa y transmitiendo la paz y el corazón de Cristo en esta enlutada ciudad”, indicó el Vicario Pastoral para Canindeyú.
- Mons. Livieres animó a la ciudadanía de Curugaty durante la celebración Eucarística.
- Jefe de Relaciones Públicas de la Policía Nacional recibió a la comitiva Diocesana de Ciudad del Este en el lugar de la tragedia armada.
- En Curuguaty sacerdotes piden paz y tranquilidad
- Vicario Territorial de Canindeyú logra que los pobladores y campesinos se unan por la paz y no sean objeto de instrumentalización política.
- Seis de los siete sacramentos fueron administrados durante las Misiones Juveniles Católicas.
- Santa Misa por las víctimas de Curuguaty.
- Misión en Curuguaty con administración de sacramentos.
Relación de Mons. Livieres con los religiosos.
Varios de los 16 sacerdotes diocesanos que encontró a su llegada Mons. Livieres tuvieron reservas frente a las nuevas líneas pastorales y a la renovación de la disciplina eclesial. La incomprensión llegó a tal punto que, con el sostén de algunos Obispos, 10 de estos sacerdotes escribieron al Papa Benedicto XVI pidiendo «la intervención». Pocos meses después, unos 150 sacerdotes del resto del país, en su mayor parte religiosos, hicieron lo mismo. Fue el Arzobispo de Asunción, fino y distinguido opositor de Mons. Rogelio, quien acercó a Roma la protesta. El Papa, sin embargo, no respondió y, en cambio, sugirió a Mons. Livieres que era necesario «formar un nuevo clero». La propuesta fue un sabio consejo: la inmensa mayoría del clero diocesano, ahora joven y numeroso (un poco más de 70), sienten al Obispo como a su Padre, lo ven como a su Pastor y comparten sus orientaciones pastorales.
En cuanto a los laicos locales, sólo un grupo muy reducido, aunque vociferante y sostenido desde afuera de la Diócesis, mantuvo una actitud crítica, particularmente un tal Javier Miranda, de quien hablaremos al final. Sin contar con algunas excepciones, los laicos y sus dirigentes, tanto de los movimientos ya aprobados a nivel nacional o internacional, como de los numerosos que fue reconociendo, promoviendo y guiando Mons. Rogelio durante su ministerio, todos apoyaron y apoyan a su Obispo, que tanta libertad y espacio de acción les dio «para hacer lío» y avanzar en la evangelización y la misión continental de Aparecida.
Cuando el 3 de octubre de 2004 Monseñor Livieres asumió como Obispo de Ciudad del Este, no tardó en descubrir el mayor desafío que lo esperaba: disponía de poco más de 70 sacerdotes (entre religiosos y diocesanos) para atender espiritualmente a una población de alrededor de 1.000.000 de almas, es decir, 1 pastor para más de 10.000 ovejas. La perspectiva a futuro era todavía peor, con apenas una decena de seminaristas diocesanos formándose en el Seminario Nacional de Asunción.
No es preciso explicitar la gravedad de la situación a quienes reconocen con humildad «teocéntrica» que la Iglesia fundada por Jesucristo «vive de la Eucaristía», es decir, de los sacramentos en los que Él «está con nosotros todos los días, hasta el fin del mundo», y cuya administración fiel encomendó a los sacerdotes.
Sin rentas y sin estudios de factibilidad, Monseñor tomó de inmediato la decisión estratégica de asumir como primera prioridad de su ministerio lo que le señalaban el Directorio para los Obispos y el Código de Derecho Canónico: aprobó la apertura de su propio Seminario diocesano.
Pronto se descubrió por qué el Dueño de la Viña lo había elegido como Obispo: el Padre Rogelio había atraído y cultivado numerosas vocaciones al Opus Dei. Lo mismo hizo en su Diócesis, donde la pastoral vocacional no es delegada. Cada domingo, con la cooperación de un grupo animado de formadores, el Obispo atiende en su propia casa a todos aquellos interesados en considerar una vocación sacerdotal. Un poco de deporte, una charla de formación, dirección espiritual y confesión, adoración al Santísimo y rezo del Rosario, una tertulia con preguntas «a quemarropa» y una ansiada merienda hacen al mágico resultado de unos 130 interesados por año, de los cuales son admitidos un promedio entre 30 y 40. El secreto del éxito, además del interés directo y personal del Obispo, está en el entusiasmo con que los mismos aspirantes y los seminaristas salen a pescar vocaciones entre amigos, parientes y conocidos (marketing viralizador…).
El Seminario Mayor San José ha sido ya evaluado positivamente por la Santa Sede en reiteradas cartas, y ha ordenado a más de 60 sacerdotes al cabo de 10 años. Pero Mons. Rogelio, preocupado por mejorar la calidad de sus pescas y la crisis del sistema educativo general, creó en 2012 el Seminario Menor San Andrés. Paralelamente, buscando una aplicación más radical de los lineamientos del Concilio Vaticano II y los documentos posconciliares sobre la formación sacerdotal, inició la experiencia del Instituto de Formación Sacerdotal San Ireneo de Lyon. Por el momento, esta casa de formación sólo funciona en su ciclo propedéutico, basado en la enseñanza de las artes liberales clásicas y la discusión en clases-seminario de los Grandes Libros de la cultura occidental.
La decisión de formar a sus propios seminaristas como un padre educa a sus propios hijos tomó por sorpresa a la Iglesia en el Paraguay. Los Obispos se resistieron de entrada a esta peregrina idea, pues rompería (y rompió) el esquema monolítico de formación sacerdotal(tanto de diocesanos como de religiosos) que había sido acordado con la creación del Seminario Nacional y su Instituto de Teología, el siglo pasado.
En vano la Santa Sede les recordó el derecho y la conveniencia de que cada Obispo cuente con su propio Seminario cuando esto es posible. «¿Para qué un nuevo Seminario, si siempre ha habido uno solo?», se plantean los que aún hoy no parecen haber reflexionado sobre la indicación del nº 33 de Evangelii Gaudium: «abandonar el cómodo criterio pastoral del “siempre se ha hecho así”».
Un capítulo aparte en esta historia de oposición a nuestro Obispo y al nuevo Seminario es, sin duda, el ataque contra el Padre Carlos. Llegó a la Diócesis en 2005, recomendado, junto a otros que después establecerían las Comunidades Sacerdotales de San Juan, por algunos Cardenales con funciones en la Santa Sede (uno de ellos, elegido pocos días después Sucesor de Pedro). Traía a cuestas una dura campaña de difamación en EE.UU.. Mons. Livieres escribió una carta aclaratoria muy detallada sobre el tema.
Desde un comienzo probó ser un cercano colaborador y, por eso mismo, su caso fue utilizado como un caballito de batalla para cuestionar todo lo obrado por el Obispo, especialmente la formación del nuevo clero. No obstante los reiterados desmentidos, una prensa repetitiva y autorreferencial siguió a veces citándose y recitándose, encabezada por el mismo periódico que anteriormente había forzado la renuncia de otro Obispo Livieres. Era a su vez azuzada por los opositores eclesiásticos ya conocidos, que tenían algunos contactos en EE.UU. y en Roma, y con los cuales compartían idénticas tendencias.
De todo, en fin, menos pruebas. Porque, mal que les pese a los detractores, no hay acusaciones de pedofilia salvo un refrito de calumnias de terceros interesados. La verdad es que no fue acusado de pedofilia por ninguna víctima. Tampoco, consiguientemente, hubo procesos ni condenas en tribunales de ningún país ni de la Santa Sede. Para colmo de bienes, su heterosexualidad ha quedado confirmada por dos evaluaciones psicológicas independientes.
Pastor, y no mercenario que huye ante lobos, Mons. Livieres se mantuvo siempre inflexible en la defensa de inocentes. En el caso del Padre Carlos, lo hizo incluso frente a aquellos que, aún reconociendo la justicia del caso, encontraban imprudente primero su recepción en la Diócesis y luego su promoción a distintos cargos, pues tales acciones implicarían poner en peligro la imagen de la gestión y la «carrera eclesiástica» del Obispo. Sin embargo, Monseñor juzgó más sano y realista aprovechar los recursos humanos concretos que la Providencia le ponía a mano.
A pesar de la ocasional algazara mediática y protesta clerical, el Vaticano respetó la decisión del Obispo y, luego de un prudente tiempo de espera y experiencia en la nueva Diócesis, autorizó por medio del Nuncio Apostólico, con el consentimiento del Obispo excardinante, la incardinación del Padre Carlos en Ciudad del Este. Ese mismo año emitió la carta laudatoria dando su consentimiento a la elevación como Sociedad de Vida Apostólica de las Comunidades Sacerdotales de San Juan. Por su parte, los seminaristas, sacerdotes, religiosos y laicos de la Diócesis, en su inmensa mayoría, apoyaron y apoyan al Obispo y al sacerdote, ya que son testigos directos de su ministerio y de sus cualidades humanas y honestidad moral. Estos apoyos no hay que suponerlos. Están manifestados en declaraciones escritas reiteradas y firmadas para quien quiera escucharlas. Y cuando llegó la hora de nombrar a un nuevo Vicario General, consultados los sacerdotes y los dirigentes laicos, casi por unanimidad propusieron al Padre Carlos como el candidato de su elección.
Cabe destacar finalmente que, cuando Mons. Livieres se enfrentó a verdaderos casos de corrupción o violaciones del celibato sacerdotal, en cualquiera de sus formas, no dudó en proceder, incluso frente a fuertes presiones, conforme a derecho, castigando proporcional y medicinalmente a los culpables.
- Carta Informativa sobre el Pbro. Carlos Urrutigoity [Resumen de la cuestión].
- Carta de los Seminaristas sobre campaña de calumnias contra el Obispo y Formadores.
- Pedido de los fieles solicitando la permanencia del P. Carlos Urrutigoity.
- Transparencia y coherencia de Mons. Livieres frente a casos de pederastia. [Entrevista]
- Las Comunidades Sacerdotales de San Juan. Documentos y recomendaciones. [Documentos]
El Arzobispo de Asunción se sumó públicamente a una nueva ola de ataques contra el Padre Carlos, al afirmar ante la prensa que su caso no estaba claro y que podría, en calidad de Arzobispo Metropolitano, solicitar a la nueva administración en Roma que reabra la investigación de la Congregación para la Doctrina de la Fe cerrada in limine bajo Benedicto XVI por falta de acusación de menores.
Indignado, Mons. Livieres le respondió en el terreno en el que se había pronunciado el Arzobispo. Lo hizo porque sus reiteradas aclaraciones eran descreídas abiertamente y porque se pedía contra toda justicia la reapertura de una investigación sin que hubiera nuevas acusaciones ni nuevos elementos de juicio. La piedra tirada por Mons. Cuquejo estaba dirigida no sólo a poner en duda la probidad de lo actuado por Mons. Livieres, sino de la misma Santa Sede.
Sin rodeos de su parte, aunque quizás con exceso, señaló al Arzobispo la incongruencia de alegar escándalo y solicitar investigaciones públicas cuando el mismo Mons. Cuquejo había sido no sólo acusado, sino procesado por actividad homosexual, y no por terceras personas, sino por implicados directos.
- Nuevo ataque a la Iglesia Católica con viejos argumentos. [Noticia]
- Monseñor Cuquejo, vocero de disidentes. [Vea final del artículo].
Como suele criticarse a padres con más de dos hijos, se ha cuestionado el número de vocaciones sacerdotales y de los nuevos carismas laicales y religiosos, planteando una falsa oposición entre cantidad y calidad. Incrédulamente, algunos se preguntan si es posible que Dios bendiga tan generosamente a una Diócesis, o si la multiplicación es más bien fruto de la negligencia y el afán de estadísticas.
El árbol se juzga por sus frutos. El juicio del pueblo sobre sus nuevos pastores es muy positivo y están encantados con los variados servicios que les proveen las comunidades religiosas y los movimientos laicales. Claramente, siempre se puede hacer más y mejor. Seguramente la Visita Apostólica aportará sugerencias y correcciones que permitan llegar aún más lejos.
Pero es innegable que Ciudad del Este, hasta hace poco conocida por su contrabando y otros tráficos, se ha ido convirtiendo en un centro de vitalidad espiritual, religiosidad y cultura reconocido en el país. Es difícil recorrer las calles de la ciudad sin observar jóvenes sotanas y hábitos religiosos. Cada fin de semana, hay unas 2.000 personas que salen de sus periferias y pobrezas humanas para participar de retiros de conversión y formación, organizados mayormente por laicos acompañados de sus capellanes. Por su parte, los múltiples cursos de formación para dirigentes sobre Biblia, liturgia y catequesis cuentan con gran participación de asistentes.
Nos ocupamos ahora de los alegatos relacionados con las finanzas. Dos son los cargos en este rubro: la malversación de las donaciones otorgadas por la Binacional Itaipú y la dilapidación del patrimonio inmobiliario de la Diócesis.
Itaipú donó a la Diócesis una importante cantidad de dinero (unos U$ 300.000) que el Obispo destinó por completo a la manutención del Seminario. Fue acusado por el Sr. Javier Miranda de malversación de fondos y de estafa a los pobres y necesitados de la región. Mons. Rogelio justificó su decisión señalando que los futuros sacerdotes serían los más efectivos agentes de cambio social y, por lo tanto, que era el mejor modo de servir a los pobres en el largo plazo. La Justicia del Paraguay le dio la razón a Mons. Rogelio en todas las instancias, incluída la Corte Suprema, reconociendo la razón de su proceder y comprobando que se había gastado hasta el último centavo en cubrir las necesidades de la Iglesia, sin desviaciones a bolsillos de particulares.
Siempre bajo la urgencia de conseguir los fondos para pagar por la educación de casi 200 seminaristas y el desarrollo de pastorales cada vez más activas y variadas, es decir, en orden a capitalizar espiritualmente a su Diócesis, el Obispo, sin rentas disponibles por ser muy reciente la creación de la misma, procedió a vender algunos inmuebles que no tenían usos pastorales ni producían otros beneficios económicos. Lo mismo habían hecho sus predecesores, incluso sin haber tenido Seminario propio que mantener. A pesar de esto, el Sr. Miranda lo denunció como una maniobra dolosa e irresponsable.
De todos modos, para buscar una solución definitiva a esta precariedad económica, el Obispo, siguiendo la recomendación que había recibido por parte del Nuncio Apostólico al asumir su cargo, ha comisionado a laicos calificados el estudio y ejecución de proyectos que produzcan rentas en el futuro para cubrir al menos el 75% de los costos operativos estimados.
- Nuestra Diócesis debe generar rentas para cubrir los gastos de la evangelización. [Entrevista]
- Sentencia de desestimación de la causa de las falsas denuncias contra Mons. Rogelio Livieres. [Documento]
La nota tragicómica de esta saga le corresponde a Javier Miranda, un agitador político poco familiarizado con el rigor de la verdad. Autoproclamado «Presidente de los Laicos del Alto Paraná», aunque no lo siga ningún movimiento laico, viene acusando tan obstinada como contradictoriamente a Mons. Rogelio y a sus colaboradores de los crímenes más variados, llegando en sus fabulaciones a afirmar en la prensa que tenía pruebas fehacientes de que el Obispo había contraído en un casino de Uruguay una deuda por millones de dólares (sic).
Aunque desautorizado por los hechos –y hasta por los falibles tribunales humanos–sigue siendo títere útil de ciertos grupos de izquierda y de los oponentes eclesiásticos de siempre. Eso sí, con éxito y apoyo popular escasísimo.
- Respuesta de Mons. Rogelio al señor Javier Miranda. [Carta]
- Los 70 Movimientos laicales de la Diócesis repudian la actitud del ex catequista Javier Miranda. [Noticia]
El crecimiento y pujanza del Pueblo de Dios en el Paraguay fue cruelmente mutilado a raíz del injusto proceso y supresión de los misioneros jesuitas a fines del siglo XVIII. También ellos fueron acusados por eclesiásticos cuestionables en alianza con poderosos lobbies y políticos.
Los que apuestan a que la historia se repita ahora en nuestra Diócesis pueden llevarse la sorpresa de descubrir que, esta vez, el Obispo de Roma es un heredero de esos jesuitas calumniados y suprimidos, dispuesto a escribir la historia de un modo nuevo.